Oyes el sonido de los tacones que van acercándose, lenta y sinuosamente hasta alcanzar su cénit justo debajo, para luego lenta y pausadamente volver a desaparecer en la lejanía.
El murmullo de la gente agolpada en el bar de la esquina, dejando vagar sus sueños mediante la sujeción de un vaso y su contenido; Esos sueños que un día parecieron reales y que poco a poco van desvaneciéndose al igual que ese momentáneo taconeo sobre la acera.
La puerta ha vuelto a cerrarse repentinamente y, por un instante, abandono mi observatorio (qué habrá sucedido durante esos momentos?). Cierro la puerta y de repente me asalta una sensación de hastío, las piernas no quieren obedecerme y volver al balcón, instantes de duda que duran toda la eternidad... para al final dirigir mis pasos hacia la alcoba y separando con especial meticulosidad las sábanas, adentrarme en los sueños de esa multitud, que debajo de mi balcón, van digeriendo un día de duro trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario